lunes, 28 de diciembre de 2020

La tetera

Un hombre pequeño y capaz de ver belleza sólo en las mujeres argentinas o que parecieran de allá, contemplaba una tetera. Me decía -aunque en realidad él sólo pensaba en voz alta- que el tiempo podía medirse con el sonido sibilante de aquel artefacto metálico, en lugar de requerir de los relojes; entonces, procedía a tamborilear sobre la mesa y emular el sonido de la tetera. Luego, como reprimiendo un secreto, llevaba un dedo de silencio a sus labios y acercaba su oído a la tetera, como quien busca en el pecho el latido de un corazón.

No sé si el recuerdo de sus palabras es real o lo he fabulado. Eso fue hace tantos años atrás que probablemente imaginé esta memoria, así como fui capaz de dotar a aquel hombre de cualidades que no poseía e  ignorar su triste particularidad de ver programas argentinos para asimilar el acento. 

Los físicos señalan que el tiempo es un invento, un constructo social. Me angustia pensar que algo tan inmenso es sólo una muleta más para vivir y reafirrmar nuestra condición humana. Sino, ¿qué motivo encuentro para que casi una década después recuerde que aquella noche vi a un ser humano pronunciar otra medida para contar su vacío?

¿Aquel hombre aun acercará su oído a la tetera para calcular cuánto tiempo cabe en el silbido de sus rieles de vapor?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

APRECIACIÓN TEATRAL DE UNA OBSERVADORA:

LAS FLAMENCAS DE LORCA Dirección General: César Robles. Dirección artística: Oriana Vernet. Coreografías: Anita Loynaz.    Decir Lorca y fla...